lunes, 10 de junio de 2013

Leyenda de Jorge Luis Borges (Argentino)

   
Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto
se reconocieron desde lejos, porque
 los dos eran muy altos. Los hermanos se
sentaron en la tierra, hicieron un fuego
 y comieron. Guardaban silencio, a la manera
de la gente cansada cuando declina el día.
 En el cielo asomaba alguna estrella, que
aún no había recibido su nombre.
 A la luz de las llamas, Caín advirtió 
en la frente de Abel la marca de la piedra 
y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca 
y pidió que le fuera perdonado su crimen.
Abel contestó:
--¿Tú me has matado o yo to he matado? 
Ya no recuerdo, aquí estamos juntos como antes.
--Ahora sé que en verdad me has perdonado --dijo Caín--; 
porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de olvidar.
Abel dijo despacio:
--Así es.  Mientras dura el remordimiento dura la culpa.


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