domingo, 30 de junio de 2013

LOS JUEGOS DEL HAMBRE (Saga: "Distritos", vol.1) Suzanne Collins

     
 Los Juegos del Hambre es una trilogía  futurista ambientado en un país imaginario. Ese país está dividido en 12 regiones, más un región capital.
     La región capital ejerce un control tiránico sobre las otras 12. Les roba sus recursos naturales y su energía, además les contamina el ambiente sin preocuparse de la salud de la población.
    La ciudad capital goza de todas las comodidades, Trenes  modernos con aire acondicionado, súper carreteras, rascacielos y aeropuertos mientras que en las regiones ni siquiera tienen semáforos en las calles, en algunas partes no hay puentes para cruzar los ríos.
   En la ciudad capital están los mejores hospitales con los médicos más preparados, mientras que en las regiones no existen especialistas y eso que año tras año las regiones gastan millones en becas para que sus médicos se especialicen, pero estos nunca regresan.
   La educación en las regiones prácticamente no existe y a los niños se les obliga a estar 10  horas diarias en el colegio y a usar estúpidos uniformes como si estuvieran en un hospital psiquiátrico o algo así. Si alguien se atreve a reclamar mandan a la policía para que los reprima violentamente.
   Hace 73 años las regiones se rebelaron contra la capital, pero esta las derroto en desigual combate, desde ese momento hasta el día de hoy, para humillarlos, les hacen pagar con dos jóvenes en forma de tributos anuales, para que se enfrenten en un duelo a muerte, el ganador podrá gozar de los beneficios de la vida en la capital, es como sacarse el quino o triunfar en un concurso de talentos.
    La capital usa estos juegos para humillar a las regiones, pero, también para darle un poquito de esperanza de que alguna vez puedan salir de su  vida miserable.
   El libro comienza en los juegos número 74 y en ellos va a participar una adolescente que, al parecer, les va a dar más de la esperanza adecuada a las regiones. Lean este libro en verdad es muy bueno.

   Les dejo el primer tomo para que lo lean

Murales de Siqueiros y Guerrero en la Escuela México de Chillán

      Para terminar con los muralistas mexicanos del siglo XX les quiero mostrar estos hermosos murales de la escuela México de Chillán. También les quiero recordar que están abiertos al público, para que todos vayan a verlos


Escuela México de Chillán




Murales de Siqueiros (Muerte al Invasor)













Murales de Guerrero







David Alfaro Siqueiros (mexicano)

    
No podía incluir una página de Diego Rivera sin mencionar la obra de Siqueiros , este otro gran muralista mexicano, unido a Rivera en la forma de expresar la historia de su pueblo.
   Para nosotros, en la provincia de Ñuble tiene un gran significado la obra de Siqueiros,  pues dejo su legado, junto al de Xavier Guerrero,   en la Escuela México de Chillán, donada por el  gobierno mexicano a la ciudad después del terremoto de 1939.
    La gestión la hizo Pablo Neruda, por entonces cónsul de Chile en México.

   Voy a dejar que Eduardo Galeano explique lo que significó el muralismo en México:


1924 ciudad de México
La nacionalización de los muros
El arte de caballete invita al encierro. El mural, en cambio, se ofrece a la multitud que anda. El pueblo es analfabeto, sí, pero no ciego: Rivera, Orozco y Siqueiros se lanzan al asalto de las paredes de México. Pintan lo que nunca: sobre la cal húmeda nace un arte de veras nacional, hijo de la revolución mexicana y de estos tiempos de partos y funerales.
El muralismo mexicano irrumpe contra el arte enano, castrado, cobarde, de un país entrenado para negarse. Súbitamente las naturalezas muertas y los difuntos paisajes se hacen realidades locamente vivas y los pobres de la tierra se vuelven sujeto de arte y de historia en vez de objetos de uso, desprecio o compasión.
A los muralistas les llueve agravios. Elogios, ni uno. Pero ellos continúan, impávidos, trepados a los andamios, su tarea. Dieciséis horas diarias sin para trabaja Rivera, ojos y buche de sapo, dientes de pez. Lleva una pistola al cinto: -Para orientar a la crítica- dice.

Diego Rivera
Pinta a Felipe Carrillo Puerto, redentor de Yucatán, con un balazo en pleno pecho pero alzado ante el mundo, resucitado o no enterado de su propia muerte, y pinta a Emiliano Zapata sublevando pueblo, y pinta al pueblo: todos los pueblos de México, reunidos en la epopeya del trabajo y la guerra y la fiesta, sobre mil seiscientos metros cuadrados de paredes de la Secretaria de Educación. Mientras va cubriendo de colores el mundo, Diego se divierte mintiendo. A quien quiera escucharlo cuenta mentiras tan colosales como su panza y su pasión de crear y su voracidad de mujerófago insaciable.
Hace apenas tres años que ha vuelto de Europa. Allá en Paris, Diego fue pintor de vanguardia y se harto de los ismos; y cuando ya estaba apagándose, pintando nomás por aburrimiento, llego a México y recibió las luces de su tierra hasta incendiarse los ojos.

Orozco
Diego Rivera redondea, José Clemente Orozco afila. Rivera pinta sensualidades, cuerpos de carne de maíz, frutas voluptuosas; Orozco pinta desesperaciones, cuerpos huesudos y desollados, un maguey mutilado que sangra. Lo que en Rivera es alegría, en Orozco es tragedia. En Rivera hay ternura y radiante serenidad; en Orozco, severidad y crispación. La revolución mexicana de Orozco tiene grandeza, como la de Rivera; pero donde Rivera nos habla de esperanza, Orozco parece decirnos que sea quien robe el sagrado fuego a los dioses, lo negara a los hombres.

Siqueiros
Huraño es Orozco, escondido, turbulento hacia adentro. Espectacular ampuloso, turbulento hacia fuera es David Alfaro Siqueiros. Orozco practica la pintura como ceremonia de la soledad. Siqueiros pinta por militancia de la solidaridad. No hay mas ruta que la nuestra, dice Siqueiros. A la cultura europea, que considera enclenque, opone su propia energía musculosa. Orozco duda, desconfía de lo que hace. Siqueiros embiste, seguro de que su patriótica arrogancia no es mala medicina para un país enfermo de complejos de inferioridad.

«El pueblo es el héroe de la pintura mural mexicana»
dice Diego Rivera
La verdadera novedad de la pintura mexicana, en el sentido en que la iniciamos con Orozco y Siqueiros, fue hacer del pueblo el héroe de la pintura mural. Hasta entonces los héroes de la pintura mural habían sido los dioses, los ángeles, los arcángeles, los santos, los héroes de la guerra, los reyes y emperadores y prelados, los grandes jefes militares y políticos, apareciendo el pueblo como el coro alrededor de los personajes estelares de la tragedia…

 



Fragmento de la trilogía; Memorias del fuego III. Siglo del viento.El muralismo mexicano, la nacionalización de los muros y los tres principales artistas que dan vida a los muros de la ciudad de México, por Eduardo Galeano.





Historia de México a través de los ojos de Siqueiros















Hansel y Gretel Un cuento de los hermanos Grimm

   
Junto a un bosque muy grande vivía un pobre leñador con su mujer y dos hijos; el niño se llamaba Hänsel, y la niña, Gretel. Apenas tenían qué comer, y en una época de carestía que sufrió el país, llegó un momento en que el hombre ni siquiera podía ganarse el pan de cada día. Estaba el leñador una noche en la cama, cavilando y revolviéndose, sin que las preocupaciones le dejaran pegar el ojo; finalmente, dijo, suspirando, a su mujer: - ¿Qué va a ser de nosotros? ¿Cómo alimentar a los pobres pequeños, puesto que nada nos queda? - Se me ocurre una cosa -respondió ella-. Mañana, de madrugada, nos llevaremos a los niños a lo más espeso del bosque. Les encenderemos un fuego, les daremos un pedacito de pan y luego los dejaremos solos para ir a nuestro trabajo. Como no sabrán encontrar el camino de vuelta, nos libraremos de ellos. - ¡Por Dios, mujer! -replicó el hombre-. Eso no lo hago yo. ¡Cómo voy a cargar sobre mí el abandonar a mis hijos en el bosque! No tardarían en ser destrozados por las fieras. - ¡No seas necio! -exclamó ella-. ¿Quieres, pues, que nos muramos de hambre los cuatro? ¡Ya puedes ponerte a aserrar las tablas de los ataúdes! -. Y no cesó de importunarle hasta que el hombre accedió-. Pero me dan mucha lástima -decía.

Los dos hermanitos, a quienes el hambre mantenía siempre desvelados, oyeron lo que su madrastra aconsejaba a su padre. Gretel, entre amargas lágrimas, dijo a Hänsel: - ¡Ahora sí que estamos perdidos! - No llores, Gretel -la consoló el niño-, y no te aflijas, que yo me las arreglaré para salir del paso. Y cuando los viejos estuvieron dormidos, levantóse, púsose la chaquetita y salió a la calle por la puerta trasera. Brillaba una luna esplendoroso y los blancos guijarros que estaban en el suelo delante de la casa, relucían como plata pura. Hänsel los fue recogiendo hasta que no le cupieron más en los bolsillos. De vuelta a su cuarto, dijo a Gretel: - Nada temas, hermanita, y duerme tranquila: Dios no nos abandonará -y se acostó de nuevo.

A las primeras luces del día, antes aún de que saliera el sol, la mujer fue a llamar a los niños: - ¡Vamos, holgazanes, levantaos! Hemos de ir al bosque por leña-. Y dando a cada uno un pedacito de pan, les advirtió-: Ahí tenéis esto para mediodía, pero no os lo comáis antes, pues no os daré más. Gretel se puso el pan debajo del delantal, porque Hänsel llevaba los bolsillos llenos de piedras, y emprendieron los cuatro el camino del bosque. Al cabo de un ratito de andar, Hänsel se detenía de cuando en cuando, para volverse a mirar hacia la casa. Dijo el padre: - Hänsel, no te quedes rezagado mirando atrás, ¡atención y piernas vivas! - Es que miro el gatito blanco, que desde el tejado me está diciendo adiós -respondió el niño. Y replicó la mujer: - Tonto, no es el gato, sino el sol de la mañana, que se refleja en la chimenea. Pero lo que estaba haciendo Hänsel no era mirar el gato, sino ir echando blancas piedrecitas, que sacaba del bolsillo, a lo largo del camino.

Cuando estuvieron en medio del bosque, dijo el padre: - Recoged ahora leña, pequeños, os encenderé un fuego para que no tengáis frío. Hänsel y Gretel reunieron un buen montón de leña menuda. Prepararon una hoguera, y cuando ya ardió con viva llama, dijo la mujer: - Poneos ahora al lado del fuego, chiquillos, y descansad, mientras nosotros nos vamos por el bosque a cortar leña. Cuando hayamos terminado, vendremos a recogeros.

Los dos hermanitos se sentaron junto al fuego, y al mediodía, cada uno se comió su pedacito de pan. Y como oían el ruido de los hachazos, creían que su padre estaba cerca. Pero, en realidad, no era el hacha, sino una rama que él había atado a un árbol seco, y que el viento hacía chocar contra el tronco. Al cabo de mucho rato de estar allí sentados, el cansancio les cerró los ojos, y se quedaron profundamente dormidos. Despertaron, cuando ya era noche cerrada. Gretel se echó a llorar, diciendo: - ¿Cómo saldremos del bosque? Pero Hänsel la consoló: - Espera un poquitín a que brille la luna, que ya encontraremos el camino. Y cuando la luna estuvo alta en el cielo, el niño, cogiendo de la mano a su hermanita, guiose por las guijas, que, brillando como plata batida, le indicaron la ruta. Anduvieron toda la noche, y llegaron a la casa al despuntar el alba. Llamaron a la puerta y les abrió la madrastra, que, al verlos, exclamó: - ¡Diablo de niños! ¿Qué es eso de quedarse tantas horas en el bosque? ¡Creíamos que no queríais volver! El padre, en cambio, se alegró de que hubieran vuelto, pues le remordía la conciencia por haberlos abandonado.

Algún tiempo después hubo otra época de miseria en el país, y los niños oyeron una noche cómo la madrastra, estando en la cama, decía a su marido: - Otra vez se ha terminado todo; sólo nos queda media hogaza de pan, y san se acabó. Tenemos que deshacernos de los niños. Los llevaremos más adentro del bosque para que no puedan encontrar el camino; de otro modo, no hay salvación para nosotros. Al padre le dolía mucho abandonar a los niños, y pensaba: "Mejor harías partiendo con tus hijos el último bocado." Pero la mujer no quiso escuchar sus razones, y lo llenó de reproches e improperios. Quien cede la primera vez, también ha de ceder la segunda; y, así, el hombre no tuvo valor para negarse.

Pero los niños estaban aún despiertos y oyeron la conversación. Cuando los viejos se hubieron dormido, levantóse Hänsel con intención de salir a proveerse de guijarros, como la vez anterior; pero no pudo hacerlo, pues la mujer había cerrado la puerta. Dijo, no obstante, a su hermanita, para consolarla: - No llores, Gretel, y duerme tranquila, que Dios Nuestro Señor nos ayudará.

A la madrugada siguiente se presentó la mujer a sacarlos de la cama y les dio su pedacito de pan, más pequeño aún que la vez anterior. Camino del bosque, Hänsel iba desmigajando el pan en el bolsillo y, deteniéndose de trecho en trecho, dejaba caer miguitas en el suelo. - Hänsel, ¿por qué te paras a mirar atrás? -preguntóle el padre-. ¡Vamos, no te entretengas! - Estoy mirando mi palomita, que desde el tejado me dice adiós. - ¡Bobo! -intervino la mujer-, no es tu palomita, sino el sol de la mañana, que brilla en la chimenea. Pero Hänsel fue sembrando de migas todo el camino.

La madrastra condujo a los niños aún más adentro del bosque, a un lugar en el que nunca había estado. Encendieron una gran hoguera, y la mujer les dijo: - Quedaos aquí, pequeños, y si os cansáis, echad una siestecita. Nosotros vamos por leña; al atardecer, cuando hayamos terminado, volveremos a recogemos. A mediodía, Gretel partió su pan con Hänsel, ya que él había esparcido el suyo por el camino. Luego se quedaron dormidos, sin que nadie se presentara a buscar a los pobrecillos; se despertaron cuando era ya de noche oscura. Hänsel consoló a Gretel diciéndole: - Espera un poco, hermanita, a que salga la luna; entonces veremos las migas de pan que yo he esparcido, y que nos mostrarán el camino de vuelta. Cuando salió la luna, se dispusieron a regresar; pero no encontraron ni una sola miga; se las habían comido los mil pajarillos que volaban por el bosque. Dijo Hänsel a Gretel: - Ya daremos con el camino -pero no lo encontraron. Anduvieron toda la noche y todo el día siguiente, desde la madrugada hasta el atardecer, sin lograr salir del bosque; sufrían además de hambre, pues no habían comido más que unos pocos frutos silvestres, recogidos del suelo. Y como se sentían tan cansados que las piernas se negaban ya a sostenerlos, echáronse al pie de un árbol y se quedaron dormidos.

Y amaneció el día tercero desde que salieron de casa. Reanudaron la marcha, pero cada vez se extraviaban más en el bosque. Si alguien no acudía pronto en su ayuda, estaban condenados a morir de hambre. Pero he aquí que hacia mediodía vieron un hermoso pajarillo, blanco como la nieve, posado en la rama de un árbol; y cantaba tan dulcemente, que se detuvieron a escucharlo. Cuando hubo terminado, abrió sus alas y emprendió el vuelo, y ellos lo siguieron, hasta llegar a una casita, en cuyo tejado se posó; y al acercarse vieron que la casita estaba hecha de pan y cubierta de bizcocho, y las ventanas eran de puro azúcar. - ¡Mira qué bien! -exclamó Hänsel-, aquí podremos sacar el vientre de mal año. Yo comeré un pedacito del tejado; tú, Gretel, puedes probar la ventana, verás cuán dulce es. Se encaramó el niño al tejado y rompió un trocito para probar a qué sabía, mientras su hermanita mordisqueaba en los cristales. Entonces oyeron una voz suave que procedía del interior:
"¿Será acaso la ratita
la que roe mi casita?"
Pero los niños respondieron:
"Es el viento, es el viento
que sopla violento."
Y siguieron comiendo sin desconcertarse. Hänsel, que encontraba el tejado sabrosísimo, desgajó un buen pedazo, y Gretel sacó todo un cristal redondo y se sentó en el suelo, comiendo a dos carrillos. Abrióse entonces la puerta bruscamente, y salió una mujer viejísima, que se apoyaba en una muleta. Los niños se asustaron de tal modo, que soltaron lo que tenían en las manos; pero la vieja, meneando la cabeza, les dijo: - Hola, pequeñines, ¿quién os ha traído? Entrad y quedaos conmigo, no os haré ningún daño. Y, cogiéndolos de la mano, los introdujo en la casita, donde había servida una apetitosa comida: leche con bollos azucarados, manzanas y nueces. Después los llevó a dos camitas con ropas blancas, y Hänsel y Gretel se acostaron en ellas, creyéndose en el cielo.

La vieja aparentaba ser muy buena y amable, pero, en realidad, era una bruja malvada que acechaba a los niños para cazarlos, y había construido la casita de pan con el único objeto de atraerlos. Cuando uno caía en su poder, lo mataba, lo guisaba y se lo comía; esto era para ella un gran banquete. Las brujas tienen los ojos rojizos y son muy cortas de vista; pero, en cambio, su olfato es muy fino, como el de los animales, por lo que desde muy lejos ventean la presencia de las personas. Cuando sintió que se acercaban Hänsel y Gretel, dijo para sus adentros, con una risotada maligna: "¡Míos son; éstos no se me escapan!." Levantóse muy de mañana, antes de que los niños se despertasen, y, al verlos descansar tan plácidamente, con aquellas mejillitas tan sonrosadas y coloreadas, murmuró entre dientes: "¡Serán un buen bocado!." Y, agarrando a Hänsel con su mano seca, llevólo a un pequeño establo y lo encerró detrás de una reja. Gritó y protestó el niño con todas sus fuerzas, pero todo fue inútil. Dirigióse entonces a la cama de Gretel y despertó a la pequeña, sacudiéndola rudamente y gritándole: - Levántate, holgazana, ve a buscar agua y guisa algo bueno para tu hermano; lo tengo en el establo y quiero que engorde. Cuando esté bien cebado, me lo comeré. Gretel se echó a llorar amargamente, pero en vano; hubo de cumplir los mandatos de la bruja.

Desde entonces a Hänsel le sirvieron comidas exquisitas, mientras Gretel no recibía sino cáscaras de cangrejo. Todas las mañanas bajaba la vieja al establo y decía: - Hänsel, saca el dedo, que quiero saber si estás gordo. Pero Hänsel, en vez del dedo, sacaba un huesecito, y la vieja, que tenía la vista muy mala, pensaba que era realmente el dedo del niño, y todo era extrañarse de que no engordara. Cuando, al cabo de cuatro semanas, vio que Hänsel continuaba tan flaco, perdió la paciencia y no quiso aguardar más tiempo: - Anda, Gretel -dijo a la niña-, a buscar agua, ¡ligera! Esté gordo o flaco tu hermano, mañana me lo comeré. ¡Qué desconsuelo el de la hermanita, cuando venía con el agua, y cómo le corrían las lágrimas por las mejillas! "¡Dios mío, ayúdanos! -rogaba-. ¡Ojalá nos hubiesen devorado las fieras del bosque; por lo menos habríamos muerto juntos!." - ¡Basta de lloriqueos! -gritó la vieja-; de nada han de servirte.

Por la madrugada, Gretel hubo de salir a llenar de agua el caldero y encender fuego. - Primero coceremos pan -dijo la bruja-. Ya he calentado el horno y preparado la masa -. Y de un empujón llevó a la pobre niña hasta el horno, de cuya boca salían grandes llamas. Entra a ver si está bastante caliente para meter el pan -mandó la vieja. Su intención era cerrar la puerta del horno cuando la niña estuviese en su interior, asarla y comérsela también. Pero Gretel le adivinó el pensamiento y dijo: - No sé cómo hay que hacerlo; ¿cómo lo haré para entrar? - ¡Habráse visto criatura más tonta! -replicó la bruja-. Bastante grande es la abertura; yo misma podría pasar por ella -y, para demostrárselo, se adelantó y metió la cabeza en la boca del horno. Entonces Gretel, de un empujón, la precipitó en el interior y, cerrando la puerta de hierro, corrió el cerrojo. ¡Allí era de oír la de chillidos que daba la bruja! ¡Qué gritos más pavorosos! Pero la niña echó a correr, y la malvada hechicera hubo de morir quemada miserablemente.

Corrió Gretel al establo donde estaba encerrado Hänsel y le abrió la puerta, exclamando: ¡Hänsel, estamos salvados; ya está muerta la bruja! Saltó el niño afuera, como un pájaro al que se le abre la jaula. ¡Qué alegría sintieron los dos, y cómo se arrojaron al cuello uno del otro, y qué de abrazos y besos! Y como ya nada tenían que temer, recorrieron la casa de la bruja, y en todos los rincones encontraron cajas llenas de perlas y piedras preciosas. - ¡Más valen éstas que los guijarros! -exclamó Hänsel, llenándose de ellas los bolsillos. Y dijo Gretel: - También yo quiero llevar algo a casa -y, a su vez, se llenó el delantal de pedrería. - Vámonos ahora -dijo el niño-; debemos salir de este bosque embrujado -. A unas dos horas de andar llegaron a un gran río. - No podremos pasarlo -observó Hänsel-, no veo ni puente ni pasarela. - Ni tampoco hay barquita alguna -añadió Gretel-; pero allí nada un pato blanco, y si se lo pido nos ayudará a pasar el río -.

Y gritó:
"Patito, buen patito
mío Hänsel y Gretel han llegado al río.
No hay ningún puente por donde pasar;
¿sobre tu blanca espalda nos quieres llevar?."

Acercóse el patito, y el niño se subió en él, invitando a su hermana a hacer lo mismo. - No -replicó Gretel-, sería muy pesado para el patito; vale más que nos lleve uno tras otro. Así lo hizo el buen pato, y cuando ya estuvieron en la orilla opuesta y hubieron caminado otro trecho, el bosque les fue siendo cada vez más familiar, hasta que, al fin, descubrieron a lo lejos la casa de su padre. Echaron entonces a correr, entraron como una tromba y se colgaron del cuello de su padre. El pobre hombre no había tenido una sola hora de reposo desde el día en que abandonara a sus hijos en el bosque; y en cuanto a la madrastra, había muerto. Volcó Gretel su delantal, y todas las perlas y piedras preciosas saltaron por el suelo, mientras Hänsel vaciaba también a puñados sus bolsillos. Se acabaron las penas, y en adelante vivieron los tres felices. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.


* * * FIN * * *



viernes, 28 de junio de 2013

Mito de la Creación Navajo. Segundo Mundo


Bégochiddy tomó la tierra traída desde el Primer Mundo, y creó las montañas del este, sur, oeste y norte, donde de realizó las mismas plantaciones; esta vez agregó el algodón -blanco en el este, azul en el sur, amarillo al oeste y negro en el norte. En este mundo la tierra no era lo suficientemente rica para los cultivos. Creó las abejas y las avispas. También hizo la los hombres y mujeres, individuales y gemelos. Bégochiddy sonrió mientras realizaba sus creaciones.
A Háshjéshjin no le gustaba el nuevo mundo, ni las criaturas que había; le dijo a Bégochiddy que quería matar a los gemelos de sexo masculino, y éste respondió ¿Por qué no matar a los gemelos de ambos sexo?. Háshjéshjin mató a los gemelos,Bégochiddy había hecho dos leyes.
Luego Bégochiddy raja los cuerpos de los gemelos -tanto los femeninos como los masculinos, que se llamaban Ethkáy-nah-áshi, "los que van de la mano"- desde el cuello hasta las piernas, corta la carne en trozos pequeños y los extremos de los dedos, colocando todo dentro de las cabezas. Puso el Lukatsó (bambú) en los cuerpos desde la cabeza hasta las piernas. En los hombres colocó un bambú pequeño a través de la boca, uno grande a través de la frente y un girasol grande en cada lado de la cara. En las de los gemelos femeninos puso cañas en la barbilla y la frente, y un girasol pequeño en cada mejilla.
Bégochiddy tomo un trozo de bambú de unos 30 centímetros, y la puso en la boca de los gemelos varones muertos, soplando desde el otro extremo, un gran sonido comenzó a surgir de los cuerpos. Mientras el sonido se incrementaba, el algodón blanco comenzó a moverse, en el sur el algodón azul se movió, luego el amarillo del oeste y el negro del norte; enseguida todo el algodón se levantó y transformó en nubes, cada una del color del algodón que la originó.
Al soplar en los cuerpos de las gemelas, también se produjo un gran sonido en los cuerpos, entonces bajo la nube blanca del este creció la Kloh-lachée -hierba roja-, bajo la nube azul del sur creció el arbusto Giss-dil-yéssi -pequeño conejo amarillo-. En el oeste bajo la nube amarilla nació el Tsáy-zhée, hierba aromática de uso medicinal, y bajo la nube negra del norte el Tohi-káth, planta acuática de uso medicinal. Luego la lluvia comenzó en el oeste y dio la vuelta al mundo en todas las direcciones.
Después de las lluvias, las plantas florecieron lo que hizo a todos muy felices, salieron a recogerlas y olerlas, querían vivir cerca de las montañas para estar cerca de las plantas. Pero Bégochiddy y Háshjéshjin dijeron: "Pueden subir a las montañas, más no vivir allí". La gente pidió cuatro veces lo mismo pero se les negó cada vez, hasta que Háshjéshjin dijo: "Como ustedes no están dispuestos a obedecer, voy a quemar el agua".
Bégochiddy, creó una montaña de color rojo: Yoh-lachée, montaña del mal que hiere los cuerpos de las personas; clavó un bambú grande en su cima y envió a Etsáy-hasteén para recoger desde los cuatro puntos cardinales todas las cosas que había creado, éste trajo la tierra, las plantas y las nubes y los puso dentro del bambú. Kay-des-tizhi, envuelto en el arco iris, puso bajo su túnica los Ethkáy-nah-áshi (gemelos) y todos fueron dentro del bambú, mientras Háshjéshjin comenzó a quemar el agua del Segundo Mundo.


Carta a un desterrado de Claribel Alegría (Estelí, Nicaragua, 1924)

Mi querido Odiseo:
Ya no es posible más
esposo mío
que el tiempo pase y vuele
y no te cuente yo
de mi vida en Itaca.
Hace ya muchos años
que te fuiste
tu ausencia nos pesó
a tu hijo
y a mí.
Empezaron a cercarme
pretendientes
eran tantos
tan tenaces sus requiebros
que apiadándose un dios
de mi congoja
me aconsejó tejer
una tela sutil
interminable
que te sirviera a ti
como sudario.
Si llegaba a concluirla
tendría yo sin mora
que elegir un esposo.
Me cautivó la idea
que al levantarse el sol
me ponía a tejer
y destejía por la noche.
Así pasé tres años
pero ahora, Odiseo,
mi corazón suspira por un joven
tan bello como tú cuando eras mozo
tan hábil con el arco
y con la lanza.
Nuestra casa está en ruinas
y necesito un hombre
que la sepa regir
Telémaco es un niño todavía
y tu padre un anciano
preferible, Odiseo
que no vuelvas
los hombres son más débiles
no soportan la afrenta.
De mi amor hacia ti
no queda ni un rescoldo
Telémaco está bien
ni siquiera pregunta por su padre
es mejor para ti
que te demos por muerto.
Sé por los forasteros
de Calipso
y de Circe
aprovecha Odiseo
si eliges a Calipso
recuperarás la juventud
si es Circe la elegida
serás entre sus chanchos
el supremo.
Espero que esta carta
no te ofenda
no invoques a los dioses
será en vano
recuerda a Menelao
con Helena
por esa guerra loca
han perdido la vida
nuestros mejores hombres
y estas tú donde estas.
No vuelvas, Odiseo
te suplico.

Tu discreta Penélope

La Obra Maestra de Alvaro Yunque (argentino)

   
El mono tomó un tronco de árbol, lo subió hasta el más alto pico de una sierra, lo dejó allí, y cuando bajó al llano, explicó a los demás animales: 
- ¿Ven aquello que está allá? ¡Es una estatua, una obra maestra! La hice yo.

Y los animales, mirando aquello que veían allá en lo alto, sin distinguir bien qué fuere, comenzaron a repetir que aquello era una obra maestra. Y todos admiraron al mono como a un gran artista. Todos menos el cóndor, porque el cóndor era el único que podía volar hasta el pico de la sierra y ver que aquello sólo era un viejo tronco de árbol. Dijo a muchos lo que había visto, pero ninguno creyó al cóndor, porque es natural en el ser que camina no creer al que vuela.

jueves, 27 de junio de 2013

el libro blanco del Rock de Pablo Padilla

 Este libro fue lanzado el 2009 por Rockaxis. Un portal en español sobre la música rock, fue tomando forma poco a poco a través de diferentes publicaciones hasta convertirse en libro.
   Es muy completo y se puede tomar como una historia del rock, pero que además esta repleta de análisis muy buenos del autor y de muy bellas ilustraciones. es una lectura que no se pueden perder los amantes de este genero musical.

   Les dejo el enlace del libro para que puedan leerlo



El libro blanco del Rock pdf

Peor que robar un banco es fundarlo; de Alejo Beccar

   
Es una sátira a la sociedad, en tono de humor, la obra experimenta con un grupo de personas de diferencias clases sociales en una situación extrema, en ese sentido me recuerda un poco a "Los Premios" de Cortázar. 
     Son rehenes de asalto a un banco. El texto propone una nueva lógica. valoriza el humor y gira un poco hacia el teatro del absurdo.
   Todos los personajes tienen la secreta esperanza de que su vida cambie, pero poco a poco se van sumiendo en el individualismo dejando a la luz los sentimientos perversos del ser humano que vive reprimido en una sistema que lo supera.
   El final es inesperado y da mucho lugar a la reflexión.
     Es una gran obra y una lectura obligada para las personas que les guste la literatura Latinoamericana.
   
    





Alejo Beccar (argentino)

     
Actor, dramaturgo, director y docente. Comenzó sus estudios de actuación en el año 1976, en el taller de Oscar Lito Cruz, al año siguiente ingresó a "Inteart", estudiando con Roberto Megías, un año después cursó en la escuela de Raúl Serrano, finalmente estudió en el taller de Agustín Alezzo, egresando de su curso de actores. Años más tarde retoma sus estudios con Alberto Ure y asiste a un taller literario dirigido por Paulina Movsichoff. En el año 2002 realiza seminarios de "Dirección" con Ricardo Bartís y de "Dramaturgia" con Mauricio Kartun, y en el 2003 "Luz y color" con Eli Sirlin. Como actor trabajó en teatro, tv, cine. Para televisión escribió guiones para los ciclos: "Alta Comedia" y "Sin Condena", y en el género documental en "La Aventura del Hombre". En el año 2002 abre su propio espacio, LA TERTULIA, e inicia sus talleres de actuación y dramaturgia, en Abril del 2003 inaugura la sala. En su rol de dramaturgo y director escribió y montó: "Ultraje a la inocencia", primer premio CECYM y Fundación Henry Böll, "Confesión de partes", "La Hora Oficial", "Pozo Ciego", "Los balseros", "Rizoma atrapado"; adapta a teatro la novela de Maurice Joly "Diálogo en el infierno", la cual dirige, e interpreta el papel de Maquiavelo. En Noviembre del 2007 con el apoyo del "Fondo Metropolitano de las Artes y las Ciencias" edita su primer libro de obras de teatro "Dramaturgia Social", que contiene 4 obras de su autoría. En el 2009 estrena una nueva obra de su autoría "Oruga" (bullying), la cual también dirige. En el 2010 estrena con dramaturgia propia y dirección la obra: "Peor que robar un banco es fundarlo". En el 2011 dirige la obra "Yo maté a Papá Noel", de Gonzalo Senestrari. En agosto del 2012 estrena una nueva obra de su autoría, la cual también dirige " Sacudir la lanza (Shakespeare)".

César Mallorquí (español)

 César Mallorquí (Barcelona10 de junio de 1953) es un periodista, guionista de radio, creativo de publicidad y escritor español.
Se trasladó con su familia de Barcelona a Madrid cuando apenas había cumplido un año de edad. Su padre, José Mallorquí, era novelista, el creador del personaje de El Coyote, por lo que César se crió en un ambiente literario y se aficionó a la literatura ya de niño. Muy pronto publicó su primer relato en una revista. Posteriormente estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y trabajó en La Codorniz y en la cadena  SER. De 1981 a 1991 se dedicó a la publicidad como creativo de varias agencias, pero sustituyó esta profesión por su verdadera vocación, la literatura, para dedicarse plenamente a ella. Desde entonces no ha dejado de publicar sus obras, con las que además ha obtenido diversos galardones. Actualmente está casado y tiene dos hijos.


Nana

   
Nana (ナナ?) es un manga shōjo creado por la dibujante de historietas Ai Yazawa, seriado en Cookie y publicado por Shueisha. Los 12 primeros volúmenes de la serie han vendido más de 22 millones de copias. La historia tiene dos personajes principales y alguna confusión puede surgir debido al hecho de que ambos comparten el mismo nombre, Nana. Sin embargo lo que las separa ampliamente es la radical diferencia de sus personalidades. La primera, Nana Komatsu, tiene la inocencia de una niña y nunca puede mantener el control sobre la realidad, y Nana Osaki es una cantante de punk que posee una fuerte personalidad. Tanto Nana Osaki como sus compañeros de grupo tienen una gran influencia de los Sex Pistols, uno incluso es la viva imagen de Sid Vicious (Honjô Ren)