Ya
no es posible más
esposo
mío
que
el tiempo pase y vuele
y
no te cuente yo
de
mi vida en Itaca.
Hace
ya muchos años
que
te fuiste
tu
ausencia nos pesó
a
tu hijo
y
a mí.
Empezaron
a cercarme
pretendientes
eran
tantos
tan
tenaces sus requiebros
que
apiadándose un dios
de
mi congoja
me
aconsejó tejer
una
tela sutil
interminable
que
te sirviera a ti
como
sudario.
Si
llegaba a concluirla
tendría
yo sin mora
que
elegir un esposo.
Me
cautivó la idea
que
al levantarse el sol
me
ponía a tejer
y
destejía por la noche.
Así
pasé tres años
pero
ahora, Odiseo,
mi
corazón suspira por un joven
tan
bello como tú cuando eras mozo
tan
hábil con el arco
y
con la lanza.
Nuestra
casa está en ruinas
y
necesito un hombre
que
la sepa regir
Telémaco
es un niño todavía
y
tu padre un anciano
preferible,
Odiseo
que
no vuelvas
los
hombres son más débiles
no
soportan la afrenta.
De
mi amor hacia ti
no
queda ni un rescoldo
Telémaco
está bien
ni
siquiera pregunta por su padre
es
mejor para ti
que
te demos por muerto.
Sé
por los forasteros
de
Calipso
y
de Circe
aprovecha
Odiseo
si
eliges a Calipso
recuperarás
la juventud
si
es Circe la elegida
serás
entre sus chanchos
el
supremo.
Espero
que esta carta
no
te ofenda
no
invoques a los dioses
será
en vano
recuerda
a Menelao
con
Helena
por
esa guerra loca
han
perdido la vida
nuestros
mejores hombres
y
estas tú donde estas.
No
vuelvas, Odiseo
te
suplico.
Tu discreta Penélope
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