El 10 de enero de 1893 nació en Santiago Vicente García-Huidobro Fernández, hijo de Vicente García-Huidobro y María Luisa Fernández Bascuñán. Por ser el primer hijo de esta familia, Vicente estaba destinado a heredar el título de marqués de Casa Real, honor reservado al primogénito de la unión de dos de las familias más importantes del siglo XIX en Chile. Sin embargo, quizás por influencia de su madre —mujer feminista fuertemente ligada al ámbito cultural chileno—, Vicente dejó ese destino para abrazar una carrera riesgosa y apasionante: la de creador.
A los 7 años, y tras haber recibido su primera formación con institutrices europeas, inició sus estudios formales en el colegio San Ignacio, dirigido por los padres jesuitas. En 1911, a los 18 años, cursó estudios de Literatura en la Universidad de Chile, año en que también publicó su primer libro, Ecos del Alma.
Posteriormente —y siendo ya un poeta reconocido por los intelectuales del momento, tanto en Europa como en América— siguió en diversas universidades cursos de Biología, Fisiología y Psicología Experimental, al tiempo que se interesó por la Astronomía, la Alquimia y el ocultismo en general.
Primer matrimonio
Como para muchos, el primer amor de Vicente García-Huidobro fue su madre, quien tuvo una notable influencia en su vida; ella misma corregía sus primeros poemas y lo acompañó siempre.
A este siguieron otros amores ingenuos. Sin embargo, el amor real le llegó a los 19 años, cuando perdidamente enamorado se casó con Manuela Portales Bello, joven aristócrata descendiente de Diego Portales y Andrés Bello. Ella lo impulsó, como su madre, a escribir.
Nuevos amores
En 1926 su primer matrimonio terminó y conoció a la que sería su segunda esposa, Ximena Amunátegui, quien provenía de una influyente familia que no aprobaba el romance, que consiguió que Huidobro fuera detenido y obligado a abandonar el país.
Vicente mantuvo contacto con ella y dos años más tarde, cuando Ximena logró obtener su pasaporte, tramó su fuga a Europa. Para eso, viajó de incógnito a Chile, logró su objetivo y escandalizó de paso a la sociedad santiaguina. Más tarde se casaron bajo el credo mahometano, para lo cual el poeta hizo votos dentro de esa fe.
Esta relación terminó en 1945, cuando él cubría la Segunda Guerra Mundial como corresponsal. De allí regresó a Chile con su tercera esposa, Raquel Señoret.
Creador de vanguardia
Si hubiese que clasificar con un solo adjetivo a Huidobro, quizás el más tentador sería el de vanguardista. Su posición frente al acto de crear no fue pasiva, por el contrario, siempre buscó enfrentarse al arte con una mirada inteligente e innovadora.
Ya a los 21 años dictaba conferencias sobre su credo estético en Santiago, y dos años más tarde hacía lo mismo en Buenos Aires, donde dio a conocer su voluntad de alcanzar una creación pura, otorgándole al poeta el rol de creador absoluto. Esta posición le trajo una polémica con el connotado intelectual José Ingenieros, a partir de la cual se le conoció como creacionista.
Colabora con grandes intelectuales
La influencia de Huidobro se hizo sentir por doquier, llevando siempre consigo un hálito de misterio y novedad. Su influyente participación en los movimientos de vanguardia se vio reflejada en las numerosas colaboraciones que realizó con prácticamente todos los intelectuales destacados de la época, tanto latinoamericanos como europeos. Entre ellos Pablo de Rokha, Jorge Luis Borges, Eduardo Anguita, Volodia Teitelboim, Pablo Picasso, Georges Braque, Guillaume Apollinaire, Hans Arp, Vasily Kandinsky, Salvador Dalí y André Breton.
Ciudadano del mundo
Siempre al frente, Huidobro fue testigo activo del surgimiento de movimientos como el dadaísmo, el surrealismo, el ultraísmo español, y claro, el creacionismo a nivel mundial.
Sería muy difícil encontrar en la historia de Chile a otro hombre que haya influido tanto en la cultura mundial, siendo reconocido en todas partes por su capacidad creadora, por ser un ciudadano del mundo completo, al punto de escribir una parte importante de su obra en francés, y fundar la revista Creación, Revista Internacional de Arte, en la que se aceptaban colaboraciones en varios idiomas.
Aristócrata polémico
Si bien el haber nacido en una familia rica e influyente puede abrir muchas puertas, en algunas ocasiones puede ser un pesado lastre. Fue el caso de Vicente García-Huidobro, quien pese a contar con una indiscutible fama entre la juventud chilena, era visto por los poetas clásicos consagrados como el “muchacho rico”.
Siendo aún muy joven, en 1914 publicó el libro Pasando y Pasando, que contenía una fuerte crítica social y contra la Iglesia, por lo que su padre mandó a quemar la edición completa. Firmó su próximo libro, Las Pagodas Ocultas (1915) con el nombre con el que trasciende hasta hoy: Vicente Huidobro.
Luchas intelectuales y políticas
Su carácter rebelde y decidido lo llevaría a enfrascarse en duras polémicas con connotados intelectuales de su época, como la que mantuvo en París con Pierre Reverdy, acerca del origen del creacionismo.
Su posición política también le trajo inconvenientes: en 1924, y tras la publicación de un libro que hablaba duramente contra el Imperio británico, fue supuestamente secuestrado, generándose un gran interés en la prensa Europea. En 1925 fue golpeado frente a su casa luego de haber denunciado actividades fraudulentas de altas personalidades del ámbito político, a través del diario Acción. Huidobro había creado este medio para expresar sus opiniones políticas; fue clausurado en noviembre del mismo año, luego de que Huidobro sufriera un nuevo atentado.
Pero no se detuvo y fundó La República. Ese mismo año fue proclamado candidato a la presidencia del país por las juventudes progresistas del país, honor que aceptó en términos simbólicos.
Su enfrentamiento con Neruda
Quizás no la más importante, pero sí la más famosa en Chile, fue la disputa que sostuvo por años con Pablo Neruda. Este duelo de titanes se desencadenó a raíz de la publicación de Antología de la Poesía Chilena Nueva, de Eduardo Anguita y Volodia Teitelboim, en la que Huidobro figuró con una mayor relevancia.
El punto más alto de esta disputa tuvo como escenario a la España de la Guerra Civil, encontrándose ambos apoyando la causa republicana. En esa ocasión, la Asociación Internacional de Escritores por la Defensa de la Cultura intervino, enviándole a ambos una carta en la que se les demandaba deponer las hostilidades.
Pero las cosas no acabaron ahí: Huidobro había nacido para ser marqués, desestimó ese camino en busca del trono de la poesía, y no podía aceptar que ese título se le arrebatara en Chile. Neruda, por su parte, tampoco estaba dispuesto a tranzar.
La guerra lo deja cansado
Hacia 1945, Huidobro se encontraba en París, transmitiendo crónicas de la guerra. Entró con las tropas aliadas a Berlín como teniente, pero finalmente fue dado de baja, por lo que debió volver a Santiago. La guerra lo dejó cansado, triste y herido, y con numerosos tesoros de guerra, como el que aseguró fue el teléfono de Hitler.
Al año siguiente se instaló en Cartagena, donde pasó sus últimos días. Allí murió el 2 de enero de 1948.
“Al fondo de esta tumba se ve el mar”
En 1968 Pablo Neruda escribió Búsqueda de Huidobro, como una forma de reconciliación. Claramente Vicente Huidobro no había sido encontrado por los chilenos, y quizás habría que recurrir a su amigo Anguita y su hija Manuela para tratar de entenderlo. Ellos escribieron el epitafio más justo que el gran poeta pudo recibir. Quizás la clave este ahí:
Les dejo un documental con la interesante vida de este gran escritor chileno y Latino Americano
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