jueves, 22 de agosto de 2013

Gabriela Mistral y Sandino

   Poco a poco he ido conociendo el pensamiento de Gabriela Mistral y cada vez me identifico más con ella, la imagen que se tiene en Chile de la poetiza es de una mujer sufrida, que hizo nacer su poesía del dolor y la resignación. Nada más lejos de la verdad, pues fue una de las primeras feministas Latinoamericanas, una gran luchadora social  y gran seguidora de Bolívar y Martí.
    Viajo por todo el continente buscando vivir la vida al máximo, quiero contar poco a poco partes de su vida y pensamiento, en vez de hacer una sola biografía que seria muy extensa. Ahora quiero que conozcan su pensamiento y su relación con Sandino.

    Los memorables artículos de Gabriela Mistral publicados en el diario El Mercurio de Chile, no permanecieron ajenos a los acontecimientos de Nicaragua. Ella dio ánimos desde sus escritos, al ejército de Sandino. 
Un poema con el mismo sentido antimperialista de la Oda a Roosevelt, de Rubén Darío, pero que, además, reivindica la figura de Augusto César Sandino, confirmó a la Premio Nobel, Gabriela Mistral, como la mayor simpatizante del histórico General. En su poema el grito hace una defensa a la lucha de este gran héroe Latinoamericano

EL GRITO
América, América!¡Todo por ella; porque nos vendrá de ella desdicha o bien!
Somos aún México, Venezuela, Chile, el azteca-español, el quechua-español, el araucano-español; pero seremos mañana, cuando la desgracia nos haga crujir entre su dura quijada, un solo dolor y no más que un anhelo.
Maestro: enseña en tu clase el sueño de Bolívar, el vidente primero. Clávalo en el alma de tus discípulos con agudo garfio de convencimiento. Divulga la América, su Bello, su Sarmiento, su Lastarria, su Martí. No seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo lejano, por lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez fatal.
Describe tu América. Haz amar la luminosa meseta mexicana, la verde estepa de Venezuela, la negra selva austral. Dilo todo de tu América; di cómo se canta en la pampa argentina, cómo se arranca la perla en el Caribe, cómo se puebla de blancos la Patagonia.
Periodista: Ten la justicia para tu América total. No desprestigies a Nicaragua, para exaltar a Cuba; ni a Cuba para exaltar la Argentina. Piensa en que llegará la hora en que seamos uno, y entonces tu siembra de desprecio o de sarcasmo te morderá en carne propia.
Artista: Muestra en tu obra la capacidad de finura, la capacidad de sutileza, de exquisitez y hondura a la par, que tenemos. Exprime a tu Lugones, a tu Valencia, a tu Darío y a tu Nervo: Cree en nuestra sensibilidad que puede vibrar como la otra, manar como la otra la gota cristalina y breve de la obra perfecta.
Industrial: Ayúdanos tú a vencer, o siquiera a detener la invasión que llaman inofensiva y que es fatal, de la América rubia que quiere vendérnoslo todo, poblarnos los campos y las ciudades de sus maquinarias, sus telas, hasta de lo que tenemos y no sabemos explotar. Instruye a tu obrero, instruye a tus químicos y a tus ingenieros. Industrial: tú deberías ser el jefe de esta cruzada que abandonas a los idealistas.
¿Odio al yankee? ¡No! Nos está venciendo, nos está arrollando por culpa nuestra, por nuestra languidez tórrida, por nuestro fatalismo indio. Nos está disgregando por obra de algunas de sus virtudes y de todos nuestros vicios raciales. ¿Por qué le odiaríamos? Que odiemos lo que en nosotros nos hace vulnerables a su clavo de acero y de oro: a su voluntad y a su opulencia.
Dirijamos toda la actividad como una flecha hacia este futuro ineludible: la América Española una, unificada por dos cosas estupendas: la lengua que le dio Dios y el Dolor que da el Norte.
Nosotros ensoberbecimos a ese Norte con nuestra inercia; nosotros estamos creando, con nuestra pereza, su opulencia; nosotros le estamos haciendo aparecer, con nuestros odios mezquinos, sereno y hasta justo.
Discutimos incansablemente, mientras él hace, ejecuta; nos despedazamos, mientras él se oprime, como una carne joven, se hace duro y formidable, suelda de vínculos sus estados de mar a mar; hablamos, alegamos, mientras él siembra, funde, asierra, labra, multiplica, forja; crea con fuego, tierra, aire, agua; crea minuto a minuto, educa en su propia fe y se hace por esa fe divino e invencible.
¡América y sólo América! ¡Qué embriaguez semejante futuro, qué hermosura, qué reinado vasto para la libertad y las excelencias mayores!
1922.- Santiago de Chile.
(Revista de Revistas, México, D. F.)





Augusto César Sandino, por estas circunstancias el propio jefe del ejército de guerrilleros nicaragüenses, desde las Segovias, la declaró: benemérita de su ejército, fuera de Nicaragua.

El investigador chileno Jaime Quezada y gran conocedor de la vida y obra de Mistral, sostiene que la poeta siempre estuvo muy enterada de los acontecimientos políticos de la época que en América se libraban.

     Ella misma habló en varios artículos de la epopeya del guerrillero nicaragüense, llamándolo “Hombre heroico, héroe legítimo, como tal vez no me toque ver otro”, precisamente cuando el presidente Herbert Hoover, lo llamó bandido y el periódico The New York Times lo calificó de “insignificante jefe desequilibrado”, al que Mistral respondió: “Para mí Sandino es todo un héroe”, afirmó, como refutando el calificativo de “bandido”, del presidente Hoover, en la convulsionada política de los años treinta a la que Mistral y Sandino hacen frente.




EL BAUTIZO DEL EJÉRCITO

Los memorables artículos de Gabriela Mistral publicados en el diario El Mercurio de Chile, no permanecieron ajenos a los acontecimientos de Nicaragua. Ella animó desde sus escritos, al ejército de Sandino, al que bautizó como “Pequeño ejército loco de voluntad de sacrificio”, nombre que más tarde le dará la vuelta al mundo.

   Quezada, compilador de los Escritos políticos de Mistral, aseguró que la poeta, por medio de sus artículos hará llamados a los políticos a que apoyen a Nicaragua, justo en su gira por Centroamérica en el año 1931, cuando por razones políticas no pudo visitar Nicaragua. “Harían cosa más honesta yendo a ayudar al hombre heroico, héroe legítimo, como tal vez no les toque ver otro, haciéndose sus soldados rasos [...], para dar testimonio visible de que les importa la suerte de ese pequeño ejército loco de voluntad de sacrificio”.

Ella envió un mensaje a los estudiantes, excusándose de no poder estar con ellos y pidió a abandonar universidades y hogares, “la sangre joven nunca ha sido mal aprovechada cuando se entrega por una carta justa y libertaria”.



EN CONTRA DEL ENTREGUISMO

Mistral, en sus escritos indignada por el entreguismo criollo. “Los desgraciados políticos nicaragüenses, cuando pidieron contra Sandino el auxilio norteamericano, tal vez no supieron imaginar lo que hacían, y tal vez se asusten hoy de la cadena de derechos que han creado al extraño y del despeñadero de concesiones por el cual echaron a rodar su país”.

Según el investigador, en sus cartas, la chilena respondió a los ataques que la prensa gringa hace contra Sandino y llama a solidarizarse con la causa: “Nunca los dólares, los sucres o los bolívares sudamericanos, que se gastan fluvialmente en sensualidades capitalinas, estarán mejor donados. Sandino no ha visto llegar hasta hoy los mozos argentinos, chilenos, ecuatorianos, que son su misma carne y que le deben una lealtad temeraria y perfecta que sólo la juventud puede dar. ¿Dónde está la naturalísima, la lógica Legión Hispanoamericana de Nicaragua?”.

“Para ella, la solidaridad debe llegar hasta el fin, entregando incluso, la vida”, afirma Quezada. Pide que centenares de jóvenes dejen familias y universidades “para ofrecerle a Sandino lo mejor que puede cederse”.

Sus tres escritos de apoyo a Sandino, los escribió en Europa entre 1928 y 1931, específicamente en París, como representante de Chile en el Instituto Nacional de Cooperación que hoy es la Unesco.




A LA CAZA DE SANDINO

El biógrafo chileno de Mistral, en su gira por Centroamérica, comentó que la escritora desde muy joven fue una mujer atenta a los sucesos que ocurrían fuera y dentro de Chile.

Agregó que uno de los temas en el que más enfatiza la poeta, es la autodeterminación de los pueblos y la no intervención, postulados que hoy son muy importantes en las Naciones Unidas. Temas que se encuentran en mucha de su poesía y en sus escritos políticos.

En su escrito Gabriela Mistral: Cazería de Sandino, percibe que la muerte ronda al guerrillero nicaragüense, “Tal vez caiga ahora esa cabeza sin peinar que trae locas las cabezas acepilladas de los marinos ocupantes”. Para ella, el hombre de las Segovias desborda fronteras geográficas, “porque este héroe no es local, aunque se mueva a un kilómetro de suelo rural, sino rigurosamente racial”.

El jefe del “Pequeño ejército loco...” no sólo trasciende el espacio patrio. “El guerrillero es en un solo cuerpo, nuestro Páez, nuestro Morelos, nuestro Carrera y nuestro Artigas. La faena es igual, el trance es el mismo”.

 Mister Hoover ha declarado a Sandino "fuera de la ley". Ignorando eso que llaman derecho internacional, se entiende, sin embargo, que los Estados Unidfos hablan del territorio nicaraguense como del propio, porque no se comprende la declaración sino como lanzada sobre uno de sus ciudadanos: "Fuera de la ley norteamericana".
Los desgraciados políticos nicaraguenses, cuando pidieron contra Sandino el auxilio norteamericano, tal vez no supieron imaginar lo que hacían y tal vez se asusten hoy de la cadena de derechos que han creado al extraño y del despeñadero de concesiones por el cual echaron a rodar su país.
La frase cocedora de Mr. Hoover suena a ese Halalí de las grandes cacerías, cuando sobre la presa que ha asomado el bulto en un claro del bosque, el cuerno llamador arroja a la jauría. Es numerosa la jauría esta vez hasta ser fantástica: sobre unas lomas caerán cinco mil hombres y decenas de aeroplanos. También equivale la frase a la otra de uso primitivo: "Tantos miles de pesos por tal cabeza", usada en toda tierra por los hombres de presa.
Lástima grande que la cabeza enlodada del herrero que la prensa yanqui llamabandido, sea, por rara ocurrencia, una cabeza a la cual sigue anhelante el continente donde vive toda su raza y una pieza que desde Europa llaman de héroe nato y de criatura providencial los que saben nombrar bien.
El herrero se parece más a Hércules que al Plutón infernal que ve Mr. Hoover. Enlodado corre por las cuchillas, a causa de los pantanos en que ha de escurrirse como culebra; carga las dos o tres pistolas que le dan las fotografías malignas de los semanarios neoyorquinos porque corre perseguido por los ajenos y los propios, y cada árbol y cada piedra de su región le son desleales; y su defensa toma aspecto de locura porque vive un caso fabuloso como para voltear a cualquiera la masa de sangre.
Desde los años de 1810, o sea, desde el aluvión guerrero que bajó desde México y Caracas hasta Chile, rompiéndolo todo para salvar una sola cosa, no habíamos vivido con nuestra expectación un trance semejante.
Mr. Hoover, mal informado a pesar de sus veintiún embajadas, no sabe que el hombrecito Sandino, mortuno, plebeyo e infeliz ha tomado como un garfio la admiración de su raza, excepto uno que otro traidorzuelo o alma seca del sur. Si lo supiesa, a pesar de la impermeabilidad a la opinión pública de la Casa Blanca (la palabra es de un periodista yanqui) se pondría a voltear esta pieza de fragua y de pelotón militar, tan parecida a los Páez, a los Artigas y a los Carrera, se volvería, a lo menos, caviloso y pararía la segunda movilización.
El guerrillero no es el mineral simple que él ve y que le parece un bandido quimicamente puro; no es un pasmo militar a lo Pancho Villa, congestionado de ganas de matar, borracho de fechoría afortunada y cortador de cabezas a lo cuento de Salgari. Ha convencido desde la prensa francesa y el aprecio español hasta el último escritor sudamericano que suele leer, temblándole el pulso, el cable que le informa que su Sandino sigue vivo.
Tal vez caiga ahora esa cabeza sin peinar que trae locas las cabezas acepilladas de los marinos ocupantes; tal vez sea esta ocasión la última en el millar de las jugadas y perdidas por el invasor. Ya no se trata de una búsqueda sino de una cacería, como decimos.
Pero los marinos de Hoover van a recoger en sus manos un trofeo en el que casi todos los del sur veremos nuestra sangre y sentiremos el choque del amputado que ve caer su muñón. Mala mirada vamos a echarles y un voto diremos bajito o fuerte que no hemos dicho nunca hasta ahora, a pesar de Santo Domingo y del Haití: "¡Malaventurados sean!".
Porque la identificación ya comienza y a la muerte de Sandino se hará de un golpe quedándose en el bloque. El guerrillero es, en un solo cuerpo, nuestro Páez, nuestro Morelos, nuestro Carrera y nuestro Artigas. La faena es igual, el trance es el mismo.
     Nos hará vivir Mr. Hoover, eso sí, una sensación de unidad continental no probada ni en 1810 por la guerra de la independencia, porque este héroe no es local, aunque se mueva en un kilómetro de suelo rural, sino rigurosamente racial. Mr. hoover va a conseguir, sin buscarlo, algo que nosotros mismos no habíamos logrado: sentirnos uno de punta a cabo del continente en la muerte de Augusto Sandino.



MALDICIÓN A SOMOZA

Es en 1956, cuando a manos de Rigoberto López Pérez, muere Anastasio Somoza García, Gabriela Mistral no se ahorra la maldición pública: “Mala mirada vamos a echarles y un voto diremos bajito o fuerte, que no hemos dicho nunca hasta ahora: ¡Malaventurados sean!”

Franca en su poesía, enérgica en sus escritos y retadora, Mistral hizó de sus palabras de apoyo a Sandino, un discurso de valentía y coraje a favor de la justicia social con énfasis en América, ese continente perdido por el que lucharon José Martí y Simón Bolívar.



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2 comentarios:

  1. Buenisima la informacon , muchas gracias, ahora ando en busca del libro, ojala tenga suerte, saludo

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